Publicada en 1980, la novela ‘Esperando a los bárbaros’ del premio Nobel sudafricano J. M. Coetzee figura como uno de los más clarividentes y contundentes alegatos en contra de la intolerancia inherente al poder. Ambientada en un territorio desértico de coordenadas geográficas imprecisas, la novela describía la odisea existencial del Magistrado de un “imperio” cualquiera que, desde su puesto fronterizo, contemplaba y sufría en sus carnes la brutalidad de un sistema empeñado en cercenar cualquier atisbo de disidencia. Denunciando la amoralidad del espíritu militarista, la obra de Coetzee retrataba la caída en el salvajismo de unos seres humanos convertidos en engranajes y manos ejecutoras de un estado fascista.
La novela de Coetzee llega ahora a la gran pantalla de la mano del cineasta colombiano Ciro Guerra (director de ‘El abrazo de la serpiente’ y ‘Pájaros de verano’), que ha contado como principal aliado con el propio Coetzee, autor del guion de esta adaptación cinematográfica. Y, de hecho, es posible rastrear signos de la ambición artística del sudafricano en esta película que se atreve a renunciar a la voz interior del Magistrado, a quien da vida un asordinado Mark Rylance (ganador del Oscar al Mejor Actor Secundario por su inolvidable trabajo en ‘El puente de los espías’ de Steven Spielberg). Sin recurrir a una voz en off explicativa, y ante la imposibilidad de acomodar en la película todos los giros de la novela, Guerra y Coetzee optan por realizar un film sintético, condensado, que no da respiro al espectador en su densa presentación de las vivencias del Magistrado. Una aventura tétrica en la que el personaje de Rylance tiene como antagonista al Capitán Joll, una bestia gélida y feroz que, como representante militar del “imperio”, llega al puesto fronterizo para aniquilar, empleando crueles métodos de tortura, toda posible amenaza procedente de los “bárbaros”, epíteto con el que se hace referencia a los habitantes aborígenes de la zona.
A grandes rasgos, la adaptación que proponen Guerra y Coetzee muestra una gran fidelidad a la novela; sin embargo, la simplificación de una de las subtramas –la que contempla la relación sexual y afectiva entre el Magistrado y una mujer indígena víctima de la violencia de Joll– provoca que el conjunto se tambalee. Es justamente en ese pasaje de la novela donde se exploran en mayor detalle las contradicciones del Magistrado, que se ve a sí mismo como un emblema de la civilización, pero que se adentra en los territorios de la sinrazón cuando se descubre incapaz de entender sus sentimientos hacia una víctima del imperio al que representa. Así, ‘Waiting for the Barbarians’ deviene una urgente y poderosa denuncia de la barbarie que anida en el interior de las sociedades supuestamente avanzadas (ahí están, por ejemplo, dramas actuales como el que se vive en la frontera entre Estados Unidos y México, o el que viven los inmigrantes que se lanzan al Meditarráneo en busca del sueño europeo y lo único que encuentran es un cruel circo de tacticismo político). Sin embargo, pese a capturar la determinación de la denuncia de Coetzee, el film de Guerra no consigue hacer justicia al testimonio humano complejo, matizado, a veces incluso contradictorio, que florece en la novela.
Por último, resulta obligatorio destacar el encuentro que se produce en ‘Waiting for the Barbarians’ entre dos mitos de la interpretación. Johnny Depp se encarga de dar vida al Capitán Joll en una interpretación oportunamente contenida, mientras que el personaje de Robert Pattinson, un secuaz de Joll, bascula entre la moderación expresiva y el estallido dramático. Pero, más allá del brillo individual de las dos estrellas de Hollywood, lo interesante es ver a Depp y Pattinson compartiendo y haciendo temblar la pantalla, en una escena en la que Depp lleva la voz cantante. Parece casi un relevo simbólico entre figuras icónicas. Dos actores que, curiosamente, presentan trayectorias casi paralelas. Ambos conquistaron un temprano éxito popular (Depp en ’21 Jump Street’ y Pattinson en la saga 'Crepúsculo') para luego adentrarse en las liberadoras aguas del cine de autor (pensemos en los hitos que supusieron para Depp ‘Dead Man’ o ‘Ed Wood’, mientras que Pattinson ya tiene en su currículum colaboraciones con David Cronenberg y Claire Denis). Y la pregunta es: ¿Tomará Pattinson, con su Batman, el peligroso camino que encaminó Depp al convertirse en el Jack Sparrow de la saga de ‘Piratas del Caribe’? ¿Reorientará Depp su carrera hacia proyectos de mayor entidad artística (a eso parece responder su trabajo en ‘Waiting for the Barbarians)? La respuesta solo puede dárnosla el futuro.
Fotogramas.es
Muchas gracias, Nani, por este articulo tan interesante.
ResponderEliminarLa peli promete ... y Rob más. Me encanta todo lo que dicen sobre su trayectoria y la buena crítica a su papel.