Puede que sea una de las mejores interpretaciones del año, pero no parece muy probable que nominen a Robert Pattinson por la película de los hermanos Safdie Good Time. A Hollywood le gusta que sus cachorros se ejerciten en el lado oscuro, que salgan de su zona de confort para después volver a recogerlos en sus engañosos brazos. Pero en este caso parece que el chico les ha salido definitivamente rebelde y puede que no tenga demasiada intención de volver al redil de las superproducciones y el star system convencional.
Desde que se convirtió en ídolo teen gracias a la saga Crepúsculo, tanto él como su compañera de reparto, Kristen Stewart, se han empañado en alejarse lo máximo posible de la imagen prefabricada que se había hecho de ellos para contentar a los fans. Y lo han hecho a golpe de excelentes elecciones a la hora de seleccionar sus proyectos, vinculándose a autores de prestigio en películas nada acomodaticias en las que han ido explorando diferentes facetas de sus personalidades interpretativas hasta convertirse, casi podríamos asegurar, en los actores más valientes y arriesgados de su generación.
Sabía que con Cosmópolis se lo jugaba todo, que el público estaba deseando echarse encima del ex niño vampiro que de pronto quería ir de intérprete intelectual. Y lo cierto es que su actuación de yupi que se paseaba en limusina mientras cerraba tratos, practicaba sexo, se drogaba o le hacían un tacto rectal, cerró todas las bocas. Adiós al ídolo teen, hola al actor. A partir de ese momento, comenzó a trabajar a las órdenes de autores tan prestigiosos como Werner Herzog, Anton Corbijn o James Gray, y tiene pendientes de estreno lo nuevo de Harmony Korine, Claire Denis y la adaptación de El diablo a todas horas (la perturbadora obra de Donald Ray Pollock).
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