David Cronenberg, cineasta canadiense: "Cosmópolis se adelantó a la crisis económica"
Plantas, mariposas y escarabajos. Vida al aire libre y juegos en el barro y el polvo. La infancia y la adolescencia de David Cronenberg fue la de un “chico explorador”, como él mismo la define. Antes del cine, estuvo la literatura en su vida. Pero mucho antes, las ciencias naturales, que estudió en la universidad y que eligió gracias a su interés en los insectos y la botánica. De aquellos tiempos aún conserva una mentalidad movida por la razón y por la curiosidad, por las preguntas antes que por las respuestas. Para él, sus películas son seres de carne y hueso. “Son criaturas, que interactúan entre sí “, comenta.
La última criatura es Cosmópolis, película con guión propio basada en la novela homónima de Don DeLillo y que hoy llega a las salas chilenas. David Cronenberg, ganador del Premio del Jurado de Cannes en 1996 por Crash, estuvo el año pasado en el mismo encuentro presentando su largometraje más político.
“Es cierto que es una película política, cargada de actualidad, pero a fin de cuentas: ¿Todo lo que uno hace es político, no? Es decir, no hay que hablar necesariamente de izquierda o de derecha para hacer algo contingente”, dice el realizador canadiense, responsable de éxitos de taquilla como La mosca (1986) y de crítica como Una historia violenta (2005).
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Hombre con experiencia en las adaptaciones (llevó al cine a Stephen King, William Burroughs y J.G. Ballard), Cronenberg expone su credo a la hora de hacer versiones de libros. “Una buena adaptación significa siempre una traición. El cine y la literatura son artes diferentes y cada vez que uno trata de ser literal fracasa”, dice a La Tercera.
En Cosmópolis, el joven multimillonario Eric Packer (Robert Pattinson) se pasea por las calles de Manhattan en su limusina buscando un lugar donde cortarse el pelo. El viaje se dilata, la ciudad hierve, las protestas antiglobalización hacen nata y Eric empieza a perder la paciencia. Se trata de un capitalista salvaje, y Cronenberg quiere mostrarlo en todas sus pedestres dimensiones.
¿Qué cambió de la novela?
El personaje de Benno Levin. En la novela, Don DeLillo lo presenta a través de un diario de vida, como una voz en off. Cuando me encontré con DeLillo para mostrarle el guión, le dije que lo había eliminado y lo había transformado en un ser de carne y hueso. En la película ese diario y esas palabras tienen la cara, los ojos, la gestualidad y la boca de Paul Giamatti. El es el diario. No quise usar voz en off porque no creía en ella.
¿Le costó hacer este filme?
Sí, en general me cuesta encontrar financistas. Al final, todo tiene que ver con el dinero. Casi no pudimos filmar Cosmópolis. Los productores no son estúpidos. Es decir, los tipos leen los guiones, se dan cuenta que esta película tiene demasiados diálogos filosóficos, que transcurre casi enteramente dentro de un auto, y se preguntan: ¿A quién diablos le va a interesar ver esto? Y eso que ya teníamos a Robert Pattinson, Juliette Binoche y Paul Giamatti en el elenco. Nada asegura el éxito comercial de una película. Esa es la razón por la que me cuesta encontrar financistas.
Además, habla de la crisis, las protestas, temas que pueden ahuyentar a ciertos espectadores...
Es curioso, pero cuando Don DeLillo escribió Cosmópolis hace 10 años no había muchas señales de que se acercara una crack financiera. En cierto sentido nos adelantamos a la crisis económica. No digo que DeLillo y yo seamos profetas, pero el arte tiende a anticiparse a los hechos. Acabábamos de rodar la escena en que le tiran un pastel en la cara al yuppie que interpreta Robert Pattinson y vimos en la televisión una imagen donde al magnate de las comunicaciones Robert Murdoch le lanzan una torta falsa al rostro. Es espeluznante. A veces cuando trabajas en una película o escribes una novela, te tropiezas con el futuro en tus narices.
¿Quiso entregar un mensaje con la película?
No. No hay agenda de mensajes ni moralejas ni enseñanzas. Yo no pretendo pontificar ni la película busca entregar respuestas ni soluciones: sólo está ahí para plantear preguntas. Para mí esta película es una criatura, algo orgánico. Es como un conejo. Es decir, ¿acaso tiene significado un conejo? Tal vez no, pero es fascinante, pues es un ser vivo,
¿Buscaba más audiencia al tener a Robert Pattinson, la estrella de Crepúsculo en el casting?
No precisamente. Pero pasó algo curioso. Mientras rodábamos, unas chicas fans de Robert Pattinson y Crepúsculo crearon un sitio sobre Cosmópolis y leyeron la novela. Quedaron, según ellas, encantadas con el libro. Hay algo notable en todo esto: que alguien se interese en leer a DeLillo o ver esta película sólo porque está Pattinson. Es lo que pasó con los que vieron Una historia violenta o Promesas del este atraídos en Viggo Mortensen porque fue Aragorn en El señor de los anillos.
¿Fue muy complejo rodar casi todo dentro de un auto?
Me encanta filmar en espacios cerrados: incentiva tu imaginación, te hace ser más creativo y buscar nuevas soluciones. En La mosca éramos sólo tres personas en el set: Jeff Goldblum, Geena Davis y yo. No soy de a los que le interesan las historias demasiado “épicas” y quizás lo más lejos que fui en ese sentido fue con M. Butterfly. Tampoco soy de los que psicoanalizan a los actores ni les hacen hurgar en sus traumas de infancia ni los someten a torturas a la hora de dirigir. Simplemente les paso el guión y los dejo actuar. Confío en ellos. Son profesionales. Woody Allen tiene el mismo método: les pasa el libreto y los hace actuar.
latercera.com | Vía Robert Pattinson Mom’s | PattinsonWorld
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