La irresistible atracción de las largas historias, a propósito del capítulo final de Crepúsculo, que se estrena el jueves.
Termina Crepúsculo , que es una
saga. No cualquier serie de películas bajo el mismo nombre representa
una saga, por más que el término se les aplique con demasiada
flexibilidad a muchas trilogías y agrupaciones numerosas. Según la Real
Academia Española, saga es un “relato novelesco que abarca las
vicisitudes de dos o más generaciones de una familia”. Esos requisitos
se cumplen con creces en Crepúsculo , también en El Padrino y no, claro, en la trilogía de los colores de Krzysztof Kiewslowski ( Bleu, Blanc, Rouge ). ¿Y enHarry Potter ?
Se la llama saga, pero no es tan atinada la aplicación del término en
el caso del niño mago, luego adolescente mago, luego joven mago.
Crepúsculo es una narración -como la de la mayor parte del cine de ficción que se estrena- intensamente novelesca. En su fundamental El arte de la novela ,
MilanKundera escribe: “El arte de la novela es el arte de la
complejidad. Cada novela dice al lector: ´las cosas son más complicadas
de lo que tú crees’. Ésa es la verdad eterna de la novela que cada vez
se deja oír menos en el barullo de las respuestas simples y rápidas que
preceden a la pregunta y que la excluyen”.
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La verdad eterna de la novela, entonces,
sería r
etrasar su resolución: mientras que en los cuentos la digresión
es escasa, en las novelas los desvíos, las ramificaciones, lo que
retrasa la conclusión son parte del aire que seduce. La saga Crepúsculo
es una serie de novelas y también una serie de películas especialmente
novelescas o, en sus momentos de menor vuelo, telenovelescas; y con más
de una generación, aun con la dificultad que puede conllevar hablar de
generaciones en familias de vampiros.
Con cuatro directores para cinco
películas (el único repetido es Bill Condon, porque dirige las dos
partes de la entrega final) y una gran cantidad de peripecias y cambios
de clima, con transiciones desde intensas luchas feroces hasta escenas
intimistas y hasta domésticas, es lógico que Crepúsculo sea una saga
despareja.
También es cierto que hay decisiones
torpes en algunas explicaciones -a veces, los personajes parecen no
haber salido del papel- y otros desajustes, sobre todo en las tres
primeras películas. Pero por sobre los defectos se impone una batería de
atractivos nada desdeñable, como el basamento sólido en algo nuclear y
apasionante: al amor adolescente, que se siente inmortal, se le presenta
la posibilidad de ser realmente inmortal. Es un punto de partida de
innegable astucia el combinar amor adolescente con inmortalidad
vampírica: sensación de omnipotencia arremolinada por partida doble.
También son destacables la tensa
diplomacia entre vampiros y lobos y la capacidad para relatar
situaciones de seca crueldad. Éstas y otras virtudes generan una
respetable potencia, sobre todo en la mejor entrega hasta el momento: la
más melodramática, desmelenada, y segura -en su intensidad y en sus
excesos-, Amanecer parte 1.
Seiscientos ocho minutos tardará, ya
sumado el estreno del próximo jueves, la saga Crepúsculo en llegar a su
final cinematográfico. Un poco más de diez horas se toman las cinco
películas (tres simples y una doble, para adaptar cuatro libros) para
contar la historia de Bella, Edward, Jacob y muchos otros. Muchas más
horas, casi veinte, suma Harry Potter, con más libros como base. Los
juegos del hambre (tres libros), de la que se estrenó la primera
película este año, no será tan larga cuando se terminen todas sus
versiones fílmicas. Y también será más corta que El Señor de los Anillos
más El Hobbit.
Harry Potter reina hoy en duración, pero,
con el anuncio de una nueva trilogía, la saga Star Wars quizá llegue a
superar los 1178 minutos que suman las películas del mago. Por ahora,
las dos trilogías existentes de Star Wars llegan a 797 minutos, pero con
tres entregas más es muy probable que se superen los 1200 minutos, las
20 horas. Además de que probablemente sea la más larga de todas estas
franquicias -en minutos y también por longevidad-, la saga de Star Wars
tiene una diferencia fundamental con el resto de los títulos nombrados:
no está basada en libros preexistentes. George Lucas escribió el guión a
partir de su imaginación. Por supuesto, la imaginación siempre incluye
las películas vistas, los libros leídos, etcétera, pero Star Wars nace
para el cine. Y el universo desplegado por Lucas, los personajes, la
concepción general fueron fundantes.
El cine y la cultura masiva ya no
volverían a ser los mismos después de Star Wars. La película como marca,
como vehículo de venta de infinidad de productos, como objeto de
adoración de legiones de fanáticos, como película que genera otras
películas con la lógica -con tiempos de actualización más lentos- de los
viejos seriales de los principios del cine. Star Wars no partió en 1977
de la seguridad de éxitos preexistentes, y se filmó con mayoría de
actores en ese momento desconocidos (Harrison Ford estaba lejos de ser
una estrella). El mercado era muy distinto en ese entonces.
Hoy en día, y en parte por culpa de Star
Wars, las apuestas del mainstream son otras, con otros
condicionamientos. Los costos de publicidad y de lanzamientos son
gigantes, además de globales. Para este tipo de venta es muy tentador
hacer películas que posean “una marca” conocida previamente. Así, se
multiplican las adaptaciones de lo que sea que haya sido exitoso, de
fenómenos que preexisten al cine, ya sean libros, videojuegos o
historietas (los superhéroes también se multiplican y se suman para
pelear juntos). La tentación de hacer sagas o series a partir de
productos ya probados es mayor.
En algunos géneros como el terror es en
donde surgen con mayor facilidad series de películas sin necesidad de
estar basadas en productos ya probados como exitosos, en donde con una
venta de “un concepto logrado” se pueden generar buenos negocios durante
varios años (El juego del miedo, Destino final). Sin embargo, si bien
son muy convocantes, no generan el mismo nivel de afición o fanatismo
que “las sagas de moda”.
¿Tienen algo en común estas sagas que
definieron la última década y que mencionamos anteriormente? Tanto
Crepúsculo como Harry Potter, El Señor de los Anillos y Los juegos del
hambre, así como la veterana Star Wars, nos llevan a mundos
extraordinarios.
Completamente otros universos paralelos
como en Star Wars y El Señor de los Anillos, el futuro distópico en Los
juegos del hambre, más cercanos pero con magia y hechicería como en
Harry Potter, o uno más parecido al nuestro pero que cuenta, en el
noroeste de Estados Unidos, con comunidades de vampiros y humanos lobos
de exacerbado romanticismo. Así las cosas, no solamente es difícil hoy
que una saga o una serie de películas se origine en el cine sin un éxito
previo; es además poco probable que una saga “del mundo real”, como El
Padrino, vaya a tener algún tipo de posibilidad. A no ser que Don
Corleone se pelee con Drácula en un planeta muy, muy lejano.
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