CANNES.- David Cronenberg y Robert Pattinson conformaron en Cosmópolis
una extraña sociedad (impensada meses atrás), pero que resultó perfecta
para lo que un festival de estas dimensiones y cobertura mediática
necesita: la unión artística entre uno de los directores más venerados
por la cinefilia internacional y -a partir del gran éxito de la saga
Crepúsculo y del romance con su coprotagonista Kristen Stewart- uno de
los actores jóvenes más populares del planeta.
Precisamente,
la presencia de Pattinson y Stewart, que se prodigaron mimos y besos
durante su paso por la Costa Azul ante la implacable persecución de los
paparazzi, constituyó uno de los hitos de Cannes por muy diferentes
motivos. En principio, obviamente, porque la prensa del corazón necesita
de estas dosis de glamour, pero sobre todo porque ambos le demostraron a
Hollywood (ella con sus audaces desnudos en On the Road, de Walter
Salles, y él con su personaje extremo en Cosmópolis) que no quieren
encasillarse y que no tienen miedo de exponerse ni de aceptar desafíos
casa vez más exigentes.
Cronenberg, acompañado ayer aquí no sólo por Pattinson sino también por
parte del elenco (desde Paul Giamatti hasta la bella Sarah Gadon) y por
el autor del libro original de 2003, Don DeLillo, dijo: "Cosmópolis
aborda todo el espectro del capitalismo hasta su crisis actual. Escribí
el guión en seis días porque me impactó cómo describía el poder del
dinero y la forma en que configura el mundo. Prácticamente evocamos
todos los manifiestos de Karl Marx". Y agregó: "Fue una novela
anticipatoria de lo que vendría cinco años después. Mientras nosotros
filmábamos una manifestación anticapitalista creada para la película, en
la vida real un grupo de manifestantes intentaba ocupar Wall Street".
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El film sigue el derrotero durante todo un día de Eric Packer
(Pattinson), un joven de 28 años que ha construido una fortuna con las
finanzas y que, mientras recorre Nueva York a bordo de una limusina
blanca, ve cómo su mundo (y el mundo) se desmorona.
En ese largo periplo -y mientras pierde decenas de millones de dólares
en la Bolsa- mantiene, casi siempre dentro del auto, reuniones de
trabajo y fogosos encuentros sexuales (entre ellos, uno con Juliette
Binoche). Sus custodios y asistentes parecen obsesionados por su
seguridad y su salud, pero el protagonista se deja llevar por sus
instintos, por sus impulsos más primarios.
En este sentido, no pocos hicieron asociaciones con el famoso personaje
de Crepúsculo. "Sería muy fácil decir que el personaje de Robert es una
especie de vampiro que chupa la sangre de Wall Street, pero un actor no
puede encarnar algo abstracto. Es alguien auténtico, con carnadura y con
un pasado", indicó el director de Crash, Una historia violenta y
Promesas del Este.
Por su parte, Pattinson confesó que antes del rodaje estaba encerrado en
el hotel, en pánico. "Pero David me tranquilizó, me dio confianza, me
dijo que había pensado en mí. A pesar del nihilismo aparente en la
presentación de un mundo que no tiene sentido, con las finanzas como
ejemplo más claro, hay algo también de esperanza porque la sociedad no
se termina, sino que estamos ante un renacimiento. A veces, el mundo
necesita ser purificado", afirmó el galán inglés.
Más allá del habitual despliegue visual de sus películas, en Cosmópolis
-al igual que en la reciente Un método peligroso- el eje principal
vuelven a ser los punzantes diálogos que Cronenberg extrajo de la pluma
de DeLillo. En este sentido, por momentos las palabras le ganan (y le
quitan fuerza) a la narración.
Cronenberg no tuvo miedo de correr ese riesgo: "Los últimos 22 minutos
de esta película son como una pieza de teatro. Es como si contuviera un
cortometraje. En mi opinión, la esencia del cine es lo que dice el
rostro de un ser humano. Hacer esta película no fue fácil porque tuve
que estar muy atento a todos los detalles", confesó. Otra estrella
francesa como Mathieu Amalric, Samantha Morton y Jay Baruchel también
tienen breves apariciones en un film destinado, como casi todos los del
director canadiense, a la polémica.
La jornada de ayer en la lucha por la Palma de Oro se completó con la
proyección de In the Fog, virtuoso y vistoso largometraje del bielorruso
Sergei Loznitsa (que ya había competido hacía dos años con My Joy)
sobre las desventuras de dos partisanos en plena Segunda Guerra Mundial,
cuando casi todos sus compatriotas apoyaban a los alemanes y la policía
local arrasaba con la resistencia. Construida con 72 planos secuencia
de una maestría pocas veces vista, la película -más allá de su lentitud y
solemnidad- regaló 127 minutos de gran cine.
APOSTILLAS
Función sorpresa
En la impresionante grilla de programación de Cannes figuraba una
"proyección especial", sin más datos. Los rumores arreciaron en Twitter
y, finalmente, el director del festival, Thierry Frémaux, sorprendió con
la presentación de imágenes de varios títulos animados de Disney (entre
ellos, Frankenweenie, de Tim Burton, y la producción de Pixar
Valiente); de Spring Breakers, film del revulsivo Harmony Korine, con
James Franco y jóvenes figuras como Vanessa Hudgens y Selena Gomez en
pleno desenfreno sexual junto con otras adolescentes; de Only God
Forgives, reencuentro entre el realizador danés Nicolas Winding Refn y
Ryan Gosling tras el éxito de Drive para una historia ambientada en el
mundo del boxeo tailandés y de The Grandmasters, esperado regreso de
Wong Kar-wai con un estilizado (casi coreográfico) relato sobre artes
marciales.
Premios
La comedia Camille redouble, de la francesa Noémie Lvovsky; el film
político No, dirigido por el chileno Pablo Larraín y protagonizado por
el mexicano Gael García Bernal; y el drama Le repenti, del argelino
Merzak Allouache, ganaron ayer los tres premios de la sección paralela
Quincena de Realizadores. El film argentino Infancia clandestina quedó
fuera del palmarés.
Fuente | via La Saga Robsten
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